Hay un viejo refrán que aparece en casi todos los libros sobre gestión que dice: no hay gestión sin medición. Esta regla es crucial en la gestión de la energía. Cuando la información (datos energéticos) es precisa, fiable y se dispone fácilmente de ella, las buenas decisiones son mucho más fáciles de tomar. Aunque las lecturas manuales son a menudo incompletas y poco fiables, muchas empresas todavía dependen de ellas, incluso si están en juego miles de euros de inversión. La lectura automática de los contadores es precisa, llevando la gestión energética, su consumo y los gastos a un nivel completamente nuevo. Será capaz de detectar cualquier pérdida de energía incluso fuera de su horario de trabajo, ya que se le enviarán alertas sobre posibles averías o defectos, así como podrá verificar si las facturas emitidas por el proveedor de energía son correctas y también podrá monitorear con gran detalle el impacto de ahorro de las medidas que haya implantado.
Una cuestión que se menciona con frecuencia en relación a este tema es el precio de la lectura automática. Hace algún tiempo, inspeccionamos un complejo de edificios administrativos que contaba con 140 contadores de energía, los cuales se leían manualmente. Se necesitaban dos días para que el técnico los leyera; si él ganaba un promedio de 10 €/h y una jornada de trabajo es de 8 horas, los costes de lectura eran de 162 €/mes, es decir, 1942 €/año. Por esta cantidad, el administrador del edificio conseguía un servicio que no permitía a los inquilinos detectar una fuga de calor o una facturación incorrecta y que no facilitaba la administración del edificio para la mejora de la eficiencia energética. La inversión en la lectura automática se presupuestó en 7.915,09 €, incluido un periodo de garantía de seis años. El periodo de recuperación fue, desde un punto de vista puramente financiero, de 4 años, por no hablar de la comodidad que aporta la lectura a distancia. Este caso es de reflexionar.